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"El amor es algo muy resistente, se necesitan dos personas para acabar con él" José Luis Alvite

Mes: noviembre, 2012

Prioridades

De toda la jornada de hoy, lo único que ha valido la pena ha sido llegar a casa y que mis hijos se me hayan echado encima como si Justin Bieber hubiese entrado confundido en el instituto de Pontepedriña. Ellos son mis fans pequeñitos y yo, cuando entro por la puerta, soy su number one. El Rey. El Mesías. Dios. ¡Un canguro, papá, un canguro!, me dijo el pequeño. Y yo me abrí la chaqueta, lo metí dentro, cerré la cremallera dejándole solo la cabeza a la vista y saltamos juntos por el pasillo. Después hice lo mismo con su hermana, que cabe peor pero que todavía tiene acomodo en la bolsa marsupial de un padre XL. Ya en la cama, les leí los cuentos, los abrevé con agua del grifo, repartí besos y los arropé. Todo el proceso no duró más de veinte minutos apurados. Pero me han aportado mucho más que todas las horas que me he pasado hoy sin verlos. No he llegado a la cena ni al cepillado de dientes, y eso no debería volver a ocurrir. Es más, no va a volver a ocurrir salvo cataclismo. Los padres que se pierden por sistema las cenas de sus hijos corren serio riesgo de cenar un día con unos desconocidos que llevan su apellido y que viven de su dinero. Yo desconfío por sistema de quien, con obligaciones semejantes, se marca prioridades diferentes, lejanas, absurdas. Ni se imaginan lo enorme que es convertirse en un canguro con cremallera. Se llama felicidad. Y de eso se trata.

Ansiosos a la carrera

Todavía podéis ver en la web de La Voz de Galicia el vídeo de la estampida inversa que se produjo ayer en la inauguración de un nuevo centro comercial en Santiago. Pocas cosas tienen tan poco sentido como una huída al revés, de la libertad al encierro. Gracias que un señor de azul me recomendó que me hiciera fuerte detrás de una papelera de fundición que estaba atornillada al suelo para grabar las imágenes porque si no, la marabunta me habría arrollado como la visera de un camión del butano estampa a un saltamontes impertinente. Eché de menos el pañuelico rojo de los Sanfermines y un periódico enrollado, para defenderme. Eran más de mil ansiosos a la carrera, abducidos en masa por las ofertas de apertura. De todos los que entraron en tropel, ninguno había visto nunca el recinto por dentro. Así que cuando abrieron las puertas y empezaron a entrar, las escenas eran de desconcierto. ¡Quitaos, que voy muy loco! La gente corría, pero sin saber a dónde. Ni para qué. Alguno hasta resbaló, como patinan los toros en la curva de la Estafeta. Una legión de gallegos instalados en la indecisión de subir o bajar. «¿A dónde va, señora?», le pregunté a una mujer de pieles. «¡Con la gente,¿no lo ves? aparta del medio!». Si no me echo a un lado me tritura en nombre de la gente. El género humano tiene estas cosas desconcertantes. Por un cheque de veinte euros para los cien primeros que se gasten el dinero que igual no tienen en cosas que seguramente no necesitan te improvisan una maratón. Y te pisan la cabeza. ¡Gastemos como galegos! En la puerta del centro comercial vi ayer a jubilados que no hacían tanto ejercicio desde que los sometieron a la prueba de esfuerzo. Si los del New York Times dan con mi vídeo alguien me hará responsable, y con razón, de dañar todavía más la maltrecha imagen de la marca España. «Un ejército de desesperados acude a un centro comercial español en busca de ayuda humanitaria». Y, debajo de ese titular, un análisis sobre la austeridad en los tiempos del cólera. Mientras me recomponía de la impresión me vino a la cabeza el difunto José Saramago, que decía que los centros comerciales son las catedrales de los tiempos modernos. Hay una diferencia: nunca he visto a mil personas dándose codazos para comulgar. De todo lo de ayer, de las colas dignas de los tiempos de la cartilla de racionamiento ante un restaurante que sirve pasta con tarifa plana, me quedo con la sabiduría popular de mi padre, que resolvió con una frase económica en palabras la escena que le describí por teléfono: «Si los mandaran, no iban». La rebeldía de la masa es inescrutable. La foto es de mi amigo Xoán Soler, otro superviviente, para La Voz de Galicia.

Apertura del Centro Comercial As Cancelas de Santiago: sálvese quien pueda, pies para qué os quiero, tonto el último….

Segundas partes

Vuelvo a tener necesidad de escribir por las noches. No prometo continuidad. Ni tampoco aseguro una frecuencia. Pero hace tiempo que quiero recuperar este espacio que, en otro tiempo, tanto me bien me hizo. Todo el mundo es bienvenido a esta mi humilde morada. Aquí escribo a título personal, y las opiniones que leeréis serán las mías propias, sin condimentos ni edulcorantes, sin trampa ni cartón. No sé si será cierto que segundas partes nunca fueron buenas. En cualquier caso, pasarme por aquí me entretiene. Si tú también lo consigues, habremos ganado los dos. En los próximos días iré completando el diseño. Estoy buscando algo minimalista, sin complicaciones. De momento vuelve a estar operativa la dirección original. Pero aviso: me lo voy a tomar con calma. Un saludo.