174. De vez en cuando la vida

por Nacho Mirás Fole

Viviré el resto de los días que me queden pendiente de cosas como la resonancia magnética; el recuento de linfocitos; de no estar nunca demasiado lejos de una caja de sulfato de morfina… Te vas acostumbrando pero si, como mañana, tienes cita con el submarinista que va a hacer snorkel en tu sesera, el pulso se altera y ya pasas el resto de las vísperas acojonado: El Cousteau de la resonancia, el obrero del Magnetom, no te adelantará nada así se cruce en tus adentros con un arrecife de coliflores. Lo malo o lo bueno saldrá a relucir mañana, pero tu catamarán no tiene el fondo transparente; tú solo eres el decorado, la pecera.

Llego cansado y frustrado de una escapada que tenía que habernos situado en los cincuenta años de antología desordenada de Joan Manuel Serrat en Zaragoza. Nos quedamos a las puertas, en Pamplona, con unas entradas que costaron un pastizal en los bolsillos y la cara de idiota que se les pone a los que preparan un golpe con meses de antelación y pinchan el día del asalto. Una afonía frustró el concierto de lo que mi hija llamaría mi «autocantante» favorito. ¿No será cantautor, Ane? ¡A mí me gusta «autocantante». Para completarla, conmigo se cebó una otitis media que requiere tratamiento antibiótico, por si no era ya bastante el gasto farmacéutico.

Improvisamos sobre la marcha y acabamos la noche del viernes escuchando de nuevo en Pamplona el proyecto de Kepa Junkera y Sorginak. Me lo sé de memoria, pero Kepa nunca aburre. Cuando me abrazó al terminar el recital, casi me olvidé del pinchazo de Serrat y del terrible viaje en coche entre Santiago y Pamplona, de las cinco vomitonas, de la morfina… de todo eso. Doy mal copiloto en general, pero enfermo soy lo peor. Confío, de todos modos, en recuperar la cuenta pendiente con Joan Manuel, cuya banda sonora permanece intacta en mi cabeza a pesar de los años y las craneotomías. De todos modos, el concierto inmediato es el de mañana a primera hora en el Magnetom del hospital de Conxo. Suerte en la inmersión, comandantes. Yo ya me espero chupando un palo sentado sobre una calabaza. De vez en cuando la vida…