181. ¡Ya no soy zurdo!

por Nacho Mirás Fole

Acabo de reparar en la transcendencia de la metamorfosis de la que he sido objeto: Me han dado la vuelta. Si llego al 4 de julio cumpliré 44 años y habiendo dejado de ser zurdo, una condición con la que nací y de la que desconocía que se pudiera desertar o dimitir. Era yo, antes del cáncer, todo lo zurdo que un niño zurdo puede ser: para comer, para escribir… para todo. Muy hábil con la izquierda y un completo inútil con la derecha. Pues todo eso ha cambiado poco a poco y ahora manejo mis extremidades con una terrible dificultad: porque he dejado de ser zurdo, pero tampoco soy diestro. Esta incapacidad adquirida me limita hasta la desesperación. Me ha costado escribir esta lamentación, para que os hagáis una idea, cerca de cuatro horas repartidas en dos días ¡Na miña vida! El gran bajón ha sido descubrir que mis hemisferios cerebrales, por dos veces aserrados, van tan a su bola que no sólo no puedo escribir a máquina con una mínima soltura. Tampoco puedo hacerlo a mano, ni rematar el fondo de un yogur sin pedir ayuda, caminar sin apoyarme en una muletilla plegable…. Musicalmente, sin apenas sensibilidad en la mano izquierda, incapaz de coordinar ambos brazos en un simple ejercicio de percusión, me siento más inútil que Louis Armstrong intentando atacar con una trompeta de hormigón el pasodoble España cañí. Del gaitero y percusionista que fui solo queda ahora mismo el envase y no, no pierdo la confianza de resucitar en un cenicero como un fénix del folclore. Pero, de momento, tengo que acostumbrarme a mi nueva condición de perro de escayola. A este paso, acabarán cambiándome la consulta del clínico por una cita en Talleres Bastón. Claro que, con tipos como Xabier Díaz sueltos, maldita falta hace un gaiteiro cojo como yo. Dalle, Xabier.