173. De pendellos y pilotos

por Nacho Mirás Fole

La entrada anterior del blog, en la que pedía ayuda  en la búsqueda de un terreno con «pendello» en el que el que descargar las ínfulas de agricultor de nuevo cuño que me han entrado, ha generado tal cantidad de respuestas que voy a tener que hacer un cásting de pendellos. Hay inluso quien me ofrece las llaves de su casa para que pueda acceder a su terreno, algo incompatible con el espíritu mismo del pendellista, que reclama un espacio y, a la vez, libertad de movimientos: ir a sachar dos días, desaparecer un mes… Lo dicho, que tengo que ponerme con el cásting. Y no está fácil.

Me llega a deshora la muerte de Albert López, el jugador de balonmano que puso en marcha el proyecto Vivir a contracorriente, una web y un libro que solo se parecen a lo que hago yo, si acaso, en las ganas de vivir.  Yo no me siento capaz ni capacitado para abandonar las filas de la oncología, como hizo él, buscar alternativas en remedios naturales y soluciones nada académicas y hacer, además, proselitismo. López pilotó su vida hasta que la vida se le acabó. Lamento tu muerte, Albert, pero sigo creyendo que en en el tratamiento de esta enfermedad que compartimos no pasamos de pasajeros Otra cosa es la vida misma. ¿Quién es capaz de conducir un camión con semejante remolque? Yo no. Son puntos de vista diferentes, ambos respetables. Claro que la actitud es importante, pero ella sola no sana.  No puedo dejar de defender la labor de la oncología, aunque tampoco tengo garantías de cuánto tiempo me mantendrá en vertical la ciencia médica. Precisamente porque lo mío se resume en experiencia vital, sin soluciones al margen de esa acitud positiva que compartimos, en Sant Jordi no firmé ni un solo libro; nadie me llamó. Ni las editoriales ni las librerías se van a gastar los cuartos en promocionar a un tipo que solo tiene ganas. Me voy ya al hospital de día, que no puedo faltar puntual a la sesión de quimio. La odio, pero la necesito. Ya sabes: me mata y me da vida a la vez, como la sobredosis de amor de Camilo Sesto. A diferencia del piloto, yo no he encontrado en las alternativas naturales más que vendemotos y superchería. De haberles hecho caso, me habría sentido como un camionero que se venda los ojos y deja una cuesta llena de curvas en manos de la Virgen de Lourdes. Y no es que tenga nada contra la Virgen de Lourdes, pero no la veo pilotando semejante carga. Descansa en paz, Albert, piloto. Tú escogiste tu vía, yo sigo con mis opciones convencionales, pero lo importante es que ambos sentimos el motor debajo del culo y hemos vivido hoy como si no hubiera mañana, porque igual no lo hay.