113. Premio de la montaña. Va por ustedes

por Nacho Mirás Fole

El cáncer me concede una prórroga y vosotros ¿queréis acabar con mi hígado? En el fondo va a ser que sois unos viciosos y que me queréis utilizar como excusa para regar vuestras entrañas. Que me parece bien, pero ni lanzando un crowdfunding sacaría pasta para pagar la cantidad de celebraciones a las que me veo obligado. Me valen perfectamente un brindis con agua del grifo, un irrintzi, un aturuxo o un corte de mangas al sol.

A ver quién le dice a mi madre que los buenos resultados de las pruebas de las que pendía mi fecha de consumo preferente no tienen que ver con la intercesión de San Roquiño y de las pulgas de su perro; que no fueron los rezos de las carmelitas vedrunas de Vitoria, con la tía Sole a la batuta, los que aplacaron las ansias de aniquilación de mi astrocitoma anaplásico; que la cabeza de cera que recibió, en mi nombre, la incorrupta Santa Minia de Brión de parte de su tocaya y amiga Minia García, no tuvo nada que ver. La física, la química, lo natural y lo sobrenatural, la confianza, la superstición, el ánimo, la farmacia… todo suma y nada ha restado. La energía bien canalizada ha hecho su efecto y, de momento -sin bajar por supuesto la guardia- renazco de mis cenizas al año exacto de morir cual ave fénix, calva y cansada, pero resistente. Pendiente de vacunarme contra la gripe y el neumococo como inmunodeprimido a la fuerza que soy, el apretón de manos del tipo en cuya experiencia deposité mi libro de familia me dio la reválida: «Puede celebrarlo». Ya dije el otro día que siempre fui más de Súper López que de Superman y el tiempo me ha dado la razón. Con los linfocitos todavía de saldo, mi santa y yo llegamos esta mañana en submarino al hospital, hundidos y mirando por el periscopio por si asomaba el enemigo en la línea del horizonte, y hemos salido volando en globo; señor enterrador: siento haberle jodido la estadística. Al menos, de momento, que esto es una meta volante en una carrera de fondo, bien lo sé. Dios le dé trabajo a cada uno en lo suyo, querido sepulturero, pero  de momento paso.

Tal día como hoy, a estas horas, me despertaba en una ambulancia medicalizada del colapso con el que comenzó todo. Quién me iba a decir que escribiría yo mi propio «cabodano», mi aniversario, y que saldría del nicho bailando la conga.

Confieso que no las tenía todas conmigo el viernes, cuando me metieron en la resonancia magnética 3T (3 Teslas) para tratar de asegurarse de que el solar que me dejaron en la sesera los doctores Prieto y Allut seguía sin recalificar. Me sentí como Nefertiti en aquel sarcófago electrónico con retrovisor. En la mitad de la prueba, la súper máquina se escaralló y me pareció ver la siniestra mano de Murphy -ese que se empeña en que todo lo que pueda salir mal, salga mal- fundiendo un fusible. «Se ha recalentado, veremos si es suficiente con los datos que hemos obtenido hasta el momento», me dijeron muy amables en el servicio de radiología. Yo también estaba recalentado para entonces.

Pero Murphy no tenía el día. Aunque me repetirán la prueba porque, como dice mi padre, «as cousas ben feitas, ben parecen», la Philips que se acojonó retratando mi sesera -la vieja Siemens nunca me dio gatillazo- todavía tuvo tiempo, antes de griparse, de sacar la foto limpia de mi cerebro podado. Ni rastro del invasor; terreno en barbecho; mar abierto.

Esta mañana he hecho llorar a las mujeres más importantes de mi vida, cada una en su punto cardinal. También le he sacado los mocos a algunos tíos, que nunca me he fiado de los fulanos que lloran hacia adentro. La alegría llorada es la verdadera, lo demás son contentos de fogueo. Los 23 eurazos del Euromillón que me hice el viernes con mi amigo Xoán Soler rematan este día de fiesta, este 6 de octubre de 2014. En la Santopedia (www.santopedia.com, os juro que existe) dicen que hoy es San Bruno de Colonia. Yo soy más de san Torrebruno -por la cosa generacional-, pero que viva en cualquier caso el eremita alemán, qué carallo. Kepa Junkera, ahora sí que tenemos una cosita pendiente. Acabo aquí este post de urgencia. Me amarro a lo que tengo, convencido de que la vida misma es una prórroga de la muerte. Os quiero y voy a seguir dando mucha lata.

W can be heroes, David!